
Por Lola Portela
“Cuando el río suena piedras trae”; es un hecho que se avecina una crisis energética mundial, y no tiene una solución rápida. No se trata de ser alarmistas o pesimistas. Simplemente se prendieron las alarmas y las prevenciones saltan de continente a continente.
La dificultad se evidencia por los aumentos astronómicos de los precios del gas natural, el disparo en los costos del carbón, y se predice que el petróleo llegará US$ 100.
Son aspectos que nos permiten ver una crisis energética mundial provocada por la pandemia, el clima y otras variables. Aunque muchos se desentiendan, con un grupo de colegas hemos decidido prender las alarmas, más aún frente al duro invierno que se avecina, en la mayoría de los continentes.
Y es que no podemos olvidar que en muchos países aumentará la demanda, pues estamos ya en la temporada de invierno, donde se necesita más energía para iluminar y calentar los hogares. Los gobiernos de todo el mundo intentan limitar el impacto en los consumidores, pero la mayoría reconocen que no podrán evitar que las facturas se disparen.
La presión sobre los gobiernos para que aceleren la transición a una energía más limpia es cada vez mayor.
En China, ya comenzaron los apagones para los residentes, mientras que en la India las centrales eléctricas se afanan por conseguir carbón. Ya que al menos 63 de sus 135 centrales eléctricas de carbón ya han quedado sin suministro.
Los defensores de los consumidores en Europa piden que se prohíban las desconexiones, si los clientes no pueden pagar rápidamente lo que deben. Este choque de precios es una crisis inesperada en medio de una coyuntura crítica. Y es que frente a ésta la grave situación, la prioridad inmediata debe ser mitigar el impacto social y proteger a los hogares vulnerables, esos mismos que, por precios altos, no tendrán con qué pagar, ni como mitigar el duro frío que se aproxima.
En Europa, el gas natural se cotiza ahora al equivalente de US$ 230 por barril, en términos de petróleo, lo que supone un aumento de más del 130% desde principios de septiembre y más de ocho veces más que en el mismo punto del año pasado, según datos de Independent Commodity Intelligence Services.
En el este de Asia, el costo del gas natural ha incrementado un 85% desde principios de septiembre, alcanzando unos US$ 204 por barril en términos de petróleo. Los precios siguen siendo mucho más bajos en Estados Unidos, exportador neto de gas natural, pero aún son los niveles más altos en los últimos 13 años.
El clima inclemente de los próximos meses crea una enorme tensión, especialmente en los países que dependen en gran medida del gas natural para la producción de energía, como Italia y el Reino Unido. El Reino Unido se encuentra en una situación especialmente difícil porque carece de capacidad de almacenamiento y está lidiando con las consecuencias del quiebre de una línea eléctrica con Francia.
El invierno inusualmente largo y frío de principios de este año 2021, agotó las reservas de gas natural en Europa. El aumento de la demanda de energía ha impedido el proceso de reabastecimiento, que suele producirse durante la primavera y el verano.
“El miedo complica la situación, pues ya sabemos que se anuncia un invierno sin precedentes”, nos explica Nikos Tsafos, experto en Energía y Geopolítica del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de reflexión con sede en Washington. Tsafos considera que: “esa ansiedad es la que ha provocado que el mercado se aleje de los fundamentos de la oferta y la demanda”.
Y es que no podemos negar que el frenesí mundial, por conseguir gas natural, también está haciendo subir el precio del carbón y el petróleo, que pueden utilizarse como sustitutos en algunos casos.
Por otro lado, el creciente apetito de China por el gas natural licuado ha hecho que los mercados de GNL (gas natural licuado) no puedan llenar el vacío. La disminución de las exportaciones de gas ruso y los vientos inusualmente tranquilos han agravado el problema.
En Latino América este coletazo se sentirá a finales de diciembre o a partir de enero del 2022, con el agravante de la escasez en alimentos, tema que abordaremos en una próxima columna.